
Lo sé, a ti que te dan asco los insectos, esta pregunta tiene múltiples respuestas que en breve desgranaré como una mazorca de maíz.
Pero a ti, que adoras la biodiversidad, que cada animal te parece una maravilla de La Creación. O tal vez no, según seas de católico. No comprendes cómo puede haber homínidos, con solo un poco de pelo en la cabeza y el pubis (a veces ni eso), desnudos con el esqueleto interno, que les da un aspecto de blandengues similar a las orugas, y que encima andan erguidos, con la potestad suficiente de sentir asco por otros animales como ellos, ¡si como nosotros no hay bichos más feos, al menos, para los demás mamíferos!
Todos tenemos algo de bicho
Consideremos por un momento lo siguiente. La vida surgió de un antecesor común que evolucionó en diferentes organismos conforme al desarrollo de habilidades y capacidades que le permitieran solucionar los problemas que se iba encontrando. Por ejemplo: falta de luz, ausencia de alimento, bajas o altas temperaturas, medio sólido o líquido, etc. No deberíamos en absoluto rechazar a ninguno de nuestros familiares, por muy lejanos que sean.
Aun así, me he armado de valor y voy a analizar por qué nos dan asco los insectos. Voy a tratar de meterme en la cabeza de esas personas que los repudian, quizá lleven algo de razón.
Convivimos con insectos
Efectivamente, igual que donde hay confianza da asco, los insectos se toman ciertas confianzas con nosotros que nos resultan irritantes.
Mira, seguro que más de una, te resulta familiar:
- El zumbido desgarbado de una mosca a primera hora de la mañana en verano.
- Convertirte en pasarela de la misma mosca y sentir el suave cosquilleo de sus seis patas rozando con muy poco cariño tu cuerpo.
- El ser sorbido, como un smoothie, por un mosquito. En serio, lo he grabado en vídeo:
- Que la mosca de antes se pose en la pantalla de tu ordenador mientras colaboras con el blog Biocuriosidades, como si no hubiera más lugares donde posarse (¡está pasando ahora mismo, de verdad!).
- Salir de la piscina y que te pique un pie una avispa fastidiándote el verano.
- Contraer una enfermedad como la malaria, porque el insecto, de manera ingenua, actuó como vector.
- Ir a coger azúcar y encontrarte el azucarero lleno de pequeñas hormigas que han sido capaces de encontrarla antes que tú.
- Ver nuestras plantas cargadas de pulgón, devorando sin piedad nuestro jardín.
- Venga, este punto no lo voy a rellenar para que dejes tu comentario con otra situación que te provoque malestar con los insectos.
Podría seguir así un rato más, pero solo me daría más peso de cara a criminalizar a los insectos de buena parte de nuestros problemas que, en definitiva, es lo que nos da asco de ellos: Nos molestan.
Nos generan situaciones incómodas y ya sabemos que mejor estar cómodo que incómodo, ¿verdad? Hasta la fecha no he conocido humano al que le guste estar incómodo.
Misión bienestar humano
Tendemos a eliminar lo que nos molesta, esté vivo o no. Por ejemplo, asfaltamos o echamos hormigón siempre que sea posible, para evitar el barro, o lo que consideramos malas hierbas (mucho mejor vegetación espontánea).
Podamos salvajemente árboles por el simple hecho de que a una de las ventanas que hay en casa, le resta visibilidad ¡e incluso sé de casos en los que un vecino pide al otro que tale sus árboles porque atraen pájaros que cantan y le molestan!
Todo esto nos lleva a pensar que, en el mundo humano, somos nosotros y no hay cabida para otros seres, a excepción de los que nos caigan en gracia, o simplemente, podamos zampárnoslos.
Quizás deberíamos haber titulado este apartado: Misión egoísta del bienestar humano.
Objetivo: Que todos quepamos en el mundo
En el mundo real, el que no es estrictamente humano, caben miles y miles de especies. Todas luchan por sobrevivir, observa:
La dichosa mosca, que no me deja ver mientras escribo, también será la que, con sus larvas, descomponga los excrementos de los herbívoros que pastan porque la domesticación así lo ha dispuesto.
El mosquito despiadado que me pica, será el responsable de alimentar con sus larvas y huevos a miles de especies acuáticas.
La avispa es capaz de eliminar y devorar miles de insectos que arrasan nuestras cosechas.
Con solo estos tres ejemplos somos capaces de descubrir, sin demasiado esfuerzo, que los seres vivos estamos interconectados. Todas las especies partimos de la misma casilla y luego nos diversificamos. Sentir asco por los insectos no tiene sentido.
Ellos tienen muchos más motivos para considerarnos feos, de sentir repulsión hacía nosotros. Ya no solo por nuestra apariencia física, sino por el daño gratuito que les hacemos.
Soy consciente de que es necesario un control integrado de plagas lo más respetuoso con el medio ambiente posible, pero el pisar un bicho porque simplemente me da asco, es algo que no debería pasarse nunca por la cabeza de ningún humano.
