
«La Tierra, es en verdad, un mero planeta pequeño, que orbita alrededor de una estrella vulgar, inmersa en una galaxia ordinaria que ocupa un rincón cualquiera del universo».
Esta bella cita del libro «La búsqueda de vida en otros planetas» de Bruce Jakosky, que te recomiendo leer, nos recuerda que viajamos sobre un planeta cualquiera dentro de los miles de millones que habrá en el vasto universo.
Sin embargo, todos sabemos que no es un planeta cualquiera. Hoy se celebra el día de la Tierra, un recuerdo de lo valiosa que es y cuánto debemos cuidarla.
Sello de autenticidad
Desconocemos si habrá o no más planetas como el nuestro, pero sin duda, los eventos que han acontecido en nuestro planeta son extraordinarios. Es sumamente mágico conocer cómo en los albores de la Tierra, surgieron moléculas capaces de autorreplicarse y configurar las primeras células. Cómo posteriormente, estas evolucionaron hasta originar seres vivos más complejos, hasta poder disfrutar hoy de una maravillosa biodiversidad.
¿Hay vida en otros planetas?
A día de hoy, la NASA y otras agencias de investigación espacial destinan una enorme inversión para buscar aquello tan abundante en nuestro planeta, pero de momento, peculiar en el universo, la vida.
Desconocemos si nuestro planeta es único y se han dado tal cúmulo de condiciones y hermosas casualidades, como para afirmar que la vida solo ha podido generarse aquí.
La estadística y la razón, personalmente, me llevan a pensar que no estamos solos en el universo.
Carl Sagan afirmaba que «La belleza de la vida no hace referencia a los átomos que la componen, sino a la forma en que estos átomos se juntan». Seguramente, la combinación de los átomos siempre se da de la misma manera en el universo, siempre y cuando las condiciones sean propicias.
Posiblemente también, la tecnología tardará tiempo en permitir superar las enormes distancias que nos separan de los, cada vez más abundantes exoplanetas que descubrimos cada día. Sin duda, la tecnología avanza de una manera exponencialmente desorbitada. Nada en el mundo evoluciona de una manera tan atroz. Y, sin embargo, esos planetas siguen demasiado lejos.
Por ponerte un ejemplo, tenemos que tener en cuenta que la estrella más cercana a nosotros, Próxima Centauri, se encuentra a 4,2 años luz. 1 Año luz, te recuerdo que es la distancia que recorre la luz viajando por el espacio durante un año terrestre (365,25 días). 1 año luz, es por tanto, 9 460 730 472 581 kilómetros (casi 9,5 billones de km, una auténtica pasada).
Los planetas, salvo si son errantes, siempre los encontramos orbitando estrellas. Estrellas como nuestro Sol, que no deja de ser una estrella más. Nosotros vemos las estrellas y formamos figuras, las constelaciones. ¿Te imaginas que desde otro planeta lejano, unos seres inteligentes ubiquen nuestro Sol dentro de alguna constelación? ¡Quizás sea real!
Si es todo un hito astronómico llegar con la nave Perseverance a Marte y poder recoger muestras, imagínate poder llegar a uno de estos planetas. A día de hoy, las enormes distancias dificultan muchísimo su estudio, pero algunos planetas parecen presentar características similares a la Tierra, como Kepler 22b.

¿Y en nuestro Sistema Solar? ¿Podría haber vida?
Según la distancia a una estrella, se establece un rango que se conoce como zona estelar habitable. Esta zona sería con la suficiente distancia del Sol para recibir suficiente calor, pero sin encontrarnos demasiado cerca a este.

Mercurio, el planeta más cercano al Sol, está demasiado cerca y por tanto, fuera de esta zona. Su cercanía al Sol imposibilita la permanencia de una atmósfera estable, que es directamente absorbida por la enorme gravedad del Sol.

Los grandes gaseosos, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, se encuentran demasiado lejos.
Solo Venus, La Tierra y Marte, se encuentran dentro de la franja habitable. Se encuentran a una distancia que podría ser adecuada para la presencia de vida. Kepler-22b también lo está dentro de su sistema solar, cuya estrella es Kepler-22.
¿Podría haber vida en Venus?
Venus es un planeta con una atmósfera muy densa, con una enorme concentración de gases que provocan un potente efecto invernadero. Tal es así, que la temperatura media de su superficie es incluso más alta que en Mercurio, estando más lejos del Sol. Unos 465ºC. ¡Unas 2,5 veces más de lo que calentarías tu horno para hornear una pizza!

Esto, unido a su poca apetecible lluvia de ácido sulfúrico, dificulta que haya vida en su superficie. Y sin embargo, hace un par de años era noticia por haber encontrado en Venus indicios de vida. ¡La ciencia nunca deja de sorprendernos!
En la atmósfera de Venus, hay una importante concentración de un gas, fosfina. Este gas, en nuestro planeta se asocia a la descomposición de materia orgánica por parte de microorganismos anaerobios (es decir, que no necesitan oxígeno para vivir). ¿Podría haber este tipo de bacterias descomponedoras en Venus?
Algunas capas de la atmósfera de Venus poseen condiciones más benignas, como temperaturas de unos 15ºC y presencia de vapor de agua. ¡Quizás hubiera bacterias allí flotando! Aunque esta afirmación, aún se encuentra en estudio. Podría tener otra explicación más plausible, como la actividad geológica asociada al vulcanismo, aunque los niveles no terminan de encajar del todo con la actividad volcánica del planeta.
Por cierto, también, hay gas fosfina en Júpiter y Saturno…
¿Podría haber vida en Marte?
En Marte, se estima que actualmente la presencia de vida es complicada. En parte, debido a su tenue atmósfera, que dificulta tener unas temperaturas más propicias.
¿Marte es más pequeño o más grande que la Tierra? Adoro hacer esta pregunta a mis alumnos. A pesar de que Venus y Marte, respectivamente, son los planetas más próximos a nosotros, no solemos tener clara una referencia de su tamaño a escala con nosotros. Te animo a comprobarlo en esta magnífica web que compara los tamaños.
En Marte, sabemos que hubo océanos de agua líquida en el pasado. Actualmente, los ha perdido por completo y posee un terreno árido.

Cuando poseía esos océanos, quizás albergó vida. Uno de los objetivos de la misión Perseverance, es encontrar restos bioquímicos o fósiles que pudieran confirmarlo.
¿Por qué nuestro planeta es especial?
Llegados a este punto, imagino que conoces la respuesta. No hay planeta, que conozcamos, en el universo, o al menos, que esté lo suficiente cerca y que posea las mismas condiciones que el nuestro.
No hemos encontrado vida como aquí, y si la encontramos en nuestros planetas vecinos, posiblemente esté muy restringida a microorganismos con menor grado de complejidad que la próspera vida de nuestro planeta.

En definitiva, no hay planeta B disponible y las condiciones de nuestro planeta son irrepetibles, tecnológicamente hablando, en otro planeta.
Nunca podrías disfrutar de la tranquilidad que tiene la Tierra. Nuestra anatomía y fisiología está adaptada a respirar nuestra atmósfera y a sostener nuestro cuerpo con nuestra gravedad. Olvídate de asomarte a una ventana, o mejor, salir al campo a disfrutar de la brisa fresca en otro planeta.
Si cambias estos factores, nuestra especie y todas las que hay en la Tierra, tendrían muchísimas dificultades para sobrevivir.

¿Qué está en nuestra mano para conservarlo?
En nuestra mano, sin duda hay mucho para poder garantizar la supervivencia de las especies de nuestro planeta.
Estamos inmersos en la sexta extinción masiva, en la que somos el quinto jinete del apocalipsis.
Nuestra actividad, está conllevando serios cambios ambientales, que dificultan mucho la vida de otras especies y, en un futuro no muy lejano, nos perjudicará la nuestra propia. Cada vez hay más especies de seres vivos amenazadas o en peligro de extinción, sobre todo debido a pérdidas de su hábitat por nuestra tremenda invasión y sobrepoblación. Especialmente, aunque menos valorados, especies de invertebrados, donde la reducción comienza a ser alarmante.
No nos damos cuenta, pero somos piezas de dominó colocadas en un ecosistema. Si vas retirando piezas, llegará un punto que el efecto mariposa fallará. Y que funcione puede ser vital para nuestra propia supervivencia.
No es fácil controlar esto. Nos gusta la comodidad y nuestra comodidad se basa en salir de la selección natural. Vivimos en cautividad, en nuestro propio mundo, donde lejos de tener depredadores, sobrevivimos ajenos a la naturaleza.

Por ejemplo, adaptamos la temperatura de nuestros hogares a la que nos parece más confortable, compramos sin control cualquier producto que se nos antoja y queremos la inmediatez de todo.
Esto, para nosotros es por supuesto estupendo, pero quizás, algún día nos estalle.
Cuidar del medio ambiente, es una actitud y aceptar sacrificios. Pueden ser pequeños, pero son grandes gestos para el planeta.
Stop despilfarro
Despilfarramos mucho, muchísimo. Esto es quizás la piedra angular para iniciar la revolución del cambio. Plantéate cada vez que compres algo, si realmente lo necesitas. Cada vez que algo se te estropee, si no tiene arreglo antes de adquirir un nuevo producto.
Reduce y reutiliza, antes que recicla.

Comprar significa emisión de agentes contaminantes. Nuestra enorme cantidad de antojos, significa una ingente emisión de agentes contaminantes al medio.
Lo mismo es aplicable a la energía. Si puedes mantener esa luz apagada, hazlo. Vivir sin calefacción y usar pijama de invierno y mantas en casa es magnífico y en nuestro país, asumible. Ducharse sin calefactor y duchas cortas en lugar de media hora bajo el agua caliente, ayuda a la Tierra. Apagar los dispositivos en lugar de dejarlos en suspensión, es un pequeño gesto más.
Sin duda, conoces muchas medidas para frenar tu huella de carbono (usar más transporte público o bicicleta en lugar de coche, ahorrar el consumo de plásticos de un solo uso, reciclar, no consumir alimentos ricos en aceite de palma para evitar la deforestación, no tirar basuras al medioambiente…), pero plantéate tu nivel de consumismo.
Si todos ahorramos y reducimos nuestra excesiva comodidad a unos niveles más sostenibles, más generaciones podrán disfrutar de lo extraordinario que es nuestro planeta.
Orangután luchando contra excavadora que destruye su hábitat para plantar palma.